Día 11: safaris en Masai Mara

Y amaneció el día de la última oportunidad de ver el mayor espectáculo natural de mundo: el cruce del río Mara.

A las 6 de la mañana, ya con los ojos abiertos como lemures, y dispuestos a darnos un nuevo palizón en nuestro 4×4 dirección río Mara, Milton da unas palmadas de ánimo al grupo anunciando la salida. Al igual que el día anterior, los picnics lunch preparados por los Masai de Sentrim Mara supuso no tener que regresar a media mañana. Disfrutaríamos así nuevamente de una jornada completa de safari.

Tras alejarnos unos minutos del campamento, por supuesto con las barrigas bien llenas con la idea de disponer de sufiente energía para hacer sonar miles de veces el click del obturador de la cámara, nos adentramos en el paraiso de la fauna africana.

Decidimos ir directamente al Mara y permanecer en una de las márgenes del río a la espera de que ocurriese el milagro natural. Evidentemente, las paradas obligadas durante el camino, por culpa de las joyas que posaban a nuestra izquierda, a nuestra derecha y arriba, planeando o aleteando en el cielo, nos hacían sentir fuertes emociones.

A medida que nos acercábamos al Mara, se intuía la migración. Unos minutos más tarde, nos encontrábamos inmersos en la manada.

Poco después, Miltón se dirigió a la orilla sur. Nos comentó que era el lugar dónde debían llegar. Allí decidimos hacerles la espera. Teníamos el sitio perfecto para ver los saltos mortales y las siniestras sombras de los cocodrilos del Nilo y oir los mugíos de las víctimas.

Sin embargo, miles de ñus y cebras pastaban en la orilla norte, y no mostraban el más mínimo interés por cruzar. No pudimos evitar pensar en lo peor, en vivir nuevamente la mala experiencia del día anterior.

Minutos más tarde, un grupo de 10 de estos barbudos se acercaron con cautela a la orilla del Mara para contrarrestar los efectos del duro calor.

Los cocodrilos esperan el gran paso. Saben cuándo entrar en acción, y ante esta situación, con escasos ejemplares, hay pocas posibilidades. ¡Para qué malgastar energías! Deciden esperar en la orilla.

Una cebra tímida y solitaria se adentra en el río, los cocodrilos no pueden esperar. Se tiran al agua. Por suerte para ella, no para nuestras cámaras ni para el cocodrilo, consigue escapar.

Desconfiados tal vez por experiencias mortales anteriores, los ñus que bajaron a beber deciden volver a la manada. No intentan cruzar. Sin embargo, la manada se acerca a la orilla. Se van acumulando evitando el paso hacia atrás de los primeros valientes. Se obstruye el retorno.

La serenidad del Mara abre paso lentamente al nerviosismo. Un pequeño grupo de ñus, contagiados por la tímida cebra, se aventura a cruzar. Masai Mara al fin parece premiarnos. ¡Nos regala un primer pequeño cruce!

La simpática nube que se interpuso entre nosotros y el sol radiante, me han obligado a «monocromar» la secuencia de imágenes.

Esta vez, la suerte no se apiadó de algunos de ellos. Juzguen ustedes mismos.

La histeria hace acto de presencia en la manada. Los ñus, con sus mugidos continuos y conscientes del gran riesgo, se agolpan para cruzar todos juntos. Cada segundo que pasa se van amontonando impidiendo el retorno. ¡AHORA SÍ! ¡SE AVECINA POCO A POCO EL CRUCE ESPERADO POR TODOS!

La gran manada está nerviosa. Sabe que tiene que cruzar, pero el miedo le atenaza. Los ñus empujan nerviosos, los guiris preparamos las cámaras ¡AHORA SÍ, AL FÍN, LA GRAN MIGRACIÓN SOÑADA POR TODOS! ¡SE PRODUCE EL MILAGRO! ¡DIEZ MIL ÑUS Y CEBRAS CRUZAN EL RÍO MARA!

Los cocodrilos buscan al de menor tamaño, es más fácil y menos peligroso…

¡Los ñus inician sus saltos! Los enormes cocodrilos de seis metros saltan al agua al unisono. Siguen cruzando. Otros cien, ya son doscientos, trescientos… ¡MILES DE ÑUS Y CEBRAS CRUZAN EL RÍO MARA!

Un adulto intenta alcanzar la orilla. La concentración de cocodrilos aumenta. Las posibilidades de supervivencia disminuyen.

La lucha por la supervivencia es cada vez mayor. Cuando está a punto de salvar la orilla, llegan refuerzos amenazantes. El cansancio comienza a aparecer. La debilidad crece. Las fuerzas se agotan. Llega su fin.

Instantes más tarde (lástima, la luz fastidió las imágenes), otro ñu en el momento de alcanzar la orilla es atacado por un enorme cocodrilo. Afortunadamente para él, no alcanza su objetivo. Pero la escasa tregua es finalmente una falsa alarma. No hay esperanza, los esfuerzos son en vano. Llega por su derecha un nuevo ejemplar, esta vez de mayor tamaño. Le lanza un mordisco al cuello intentando ahogarlo. Llegan 7 nuevos cocodrilos. En total son 9 cocodrilos del Nilo a la caza del ñu. Con esta situación, sólo un milagro haría salvarle. Tras más de 5 minutos de agonía mezclada con mugidos ensordecedores, acaba igualmente la vida para el ñu.

Tras más de dos horas sintiendo las emociones de naturaleza más fuertes de mi vida, una vez vuelta la calma al río Mara, dejamos la orilla buscando nuevamente la manada. Durante el regreso al campamento, Mara nos ofreció este último regalo justo a dos metros de nosotros: un adulto de águila marcial.

Cae la tarde, Masai Mara se tranquiliza, nuestros sentidos se relajan, la mayor aventura ha tocado su fin.

Día 12: Safari en Masai Mara. Visita a poblado Masai

Felices por lo vivido el día anterior, nos dispusimos a realizar nuestro último safari en Mara. Era el mismo día de nuestro desplazamiento a Tiwi, en el océano Índico, por lo que nos vimos obligados a acortar la duración del safari, máxime si queríamos invertir tiempo además conociendo un poblado Masai.

Y es que, no pierdes un minuto de emociones en Mara. No hay tiempo para aburrirse. Masai Mara siempre tiene algo que ofrecer. Al fondo, una carroñada con más de una veintena de buitres, es asaltada por un chacal.

Unos cientos de metros más adelante (parece mentira, sorpresas por todos lados), un león devora los restos de una vaca Masai. Tras más de 20 minutos de «papeo» el león abandonó la presa dirigiéndose lentamente hacia un arroyuelo cercano a refrescarse. Hubo un momento que el león pasó justo al lado de la ventanilla de nuestro vehículo. La cerré… Confieso que por unos segundos sentí un cosquilleo… Estuvo tan cerca que no es de extrañar que me diese tiempo a hacerle incluso un retrato al rostro cubierto de sangre.

Continuamos con las sorpresas matutinas. Es el turno del guepardo, no podíamos abandonar el Mara sin darle el último adiós. Por desgracia no conseguimos verle cazar. Se encontraba muy cerca de una manada de búfalos.

Una visita a Masai Mara está incompleta sin la entrada a un poblado Masai. Reconozco que siempre me he mostrado reacio a ir a un lugar de este tipo sabiendo que todo lo que hacen es un numerito con nosotros, pero al final los compañeros de viaje me convencieron y he de decir que no estuvo tan mal. Creo que merece la pena siempre que entres siendo consciente de lo que te espera. Os cuento mi experiencia.

Primero has de pagar una entrada. A nosotros nos pidieron 10$ americanos que fueron imposible regatearlos. Sólo pagando te permiten hacerles tantas fotos como quieras.

Nada mas pagar, los guerreros Masai nos hicieron el bailecito típico, el cual he de decir, que es espectacular verlo a la vez que escuchas el sonido típico que nace de sus gargantas. Fue el mismo baile que nos hacían todas las noches mientras cenábamos en Sentrim Mara Camp.

Las mujeres Masai cantaron para nosotros. Además, nos hicieron pasar al interior de una cabaña Masai a mostrarnos dónde viven. No nos ofrecieron lo típico, beber leche de cabra. Hay que tener cuidado con esto si decides probarla.

Los hombres Masai nos mostraron como hacer fuego con un machete y madera.

Como colofón final a la visita al poblado Masai nos hicieron pasar al mercadillo en el que vendían figurillas, pulseras, collares, escudos y machetes guerreros, etc. Los precios son prácticamente el que tú quieras pagarle. Al principio será difícil el regateo, pero cuando te despides de ellos van a buscarte y aceptan el precio que le ofreciste. No seas travieso y abuses de esta gente. Piensa qué supone para tí pagar unos dólares más y lo que significa unos dólares para ellos. Y más cuando has pagado una pasta por conocer Kenia.

La experiencia Masai llega a su fin. ¡Ya nos regaló las mejores de las emociones Aberdares, y luego Samburu, y luego Nakuru, pero Mara es diferente, es especial! Nuestros safaris por África habían terminado. Habían sido las mejores aventuras de mi vida. Kenia superó con creces lo esperado.

Pero aún faltaba una sorpresa, el Océano Índico. Tiwi nos ofreció el broche de oro a nuestro viaje africano: 5 días entre aguas de color turquesa y arena blanca, arrecife de coral, peces de mil colores, estrellas de mar, pescado recien capturado del mar… y estábamos nosotros sólos, sin guiris a nuestro lado que buscasen los rayos de sol para tostarse con tonos rojizos… Pero eso es otra aventura que os contaré en el siguiente artículo. Anímate a leerlo.

¿Por dónde quieres continuar el viaje a Kenia?

Oceano Índico. Tiwi

¿O prefieres…?

Antes de ir a Kenia. Datos de interés: cómo llegar, visado, moneda, alojamiento, el tiempo…

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